Nara Gabriela Muñoz Uriarte
Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la FES Aragón


Siendo sincera, la idea de hacer una movilidad me espantaba muchísimo. Ahora, a dos años de haber regresado de haber hecho mi intercambio en la Universidad de Twente (UT) en Países Bajos, no sé cómo alguna vez lo pude haber dudado. Durante esos seis meses y medio aprendí una infinidad de cosas, me enfrenté a muchos retos y a situaciones que considero, realmente me hicieron crecer como persona.

La realidad es que los retos no terminan cuando te subes al avión o cuando le dices “adiós” a tu familia, más bien, apenas empiezan. Llegar a un país donde no conoces a nadie, no hablas el idioma y estás en un horario completamente diferente al de tuyo es una experiencia que cambia la vida.

Personalmente, sé que esto hizo que me forjara más fuerte. Siempre había considerado como una persona un poco tímida, pero llegar al llegar a Países Bajos supe que tenía que cambiar y me obligué a salir de mi zona de confort. Fui a eventos donde no conocía a nadie, me puse en contacto con personas de diferentes partes del mundo que también buscaban hacer amigos y aprendí a estar sola mucho más tiempo del que acostumbraba.

En el ámbito internacional debo mencionar que estar en una universidad a la que asisten muchas personas de todo el mundo fue extremadamente enriquecedor. Países Bajos es un país multicultural, con una población de mente muy abierta y la UT no se queda atrás haciendo saber que todas las culturas, tradiciones e ideologías son bienvenidas.

Los choques culturales definitivamente aparecen por dónde los busques. Desde cómo comer un sándwich, a cómo se viste la gente, la música que está de moda y obviamente, las tradiciones y celebraciones.

Algo a lo que yo me enfrenté mucho fue lo directos que son las personas en Países Bajos, ellos mismos te dicen que es algo que debes tomar en cuenta para no sentirte ofendido, ya que en realidad no están siendo groseros, sólo honestos, pero también son muy amables. No importa en dónde estés, las personas siempre te ayudarán si pueden, pero a pesar de ser amables, no sé de qué manera puedo describir el choque cultural de personalidades. En México yo digo que las personas somos muy cálidas, entramos en confianza rápido y hablamos con extraños, mientras que (sin ser exclusivo de los holandeses y recalcando que es una opinión general) mi percepción es que en Europa la gente es distante y fría.

La cultura de las bicicletas fue un cambio al que fue difícil adaptarme, y a pesar de saber andar en bici, fue un poco aterrador al inicio aprender a estar siempre expuesta, al aire libre con el peculiar y no tan agradable clima de los Países Bajos, y después al terrible invierno.

En el aspecto académico noté un crecimiento gigantesco en mi aprendizaje y en mi manera de desarrollar diferentes temas. Yo tomé clases en el programa de Ciencias de la Comunicación de la universidad.

Cursé ocho materias, cuando en realidad, mi dictamen de revalidación sólo contenía cuatro. Fue interesante...y sí me llegué a arrepentir en su momento, ya que tenía una carga de trabajo inmensa. Pero, a pesar de todos los dolores de cabeza por llenarme de tanta carga de trabajo, no me arrepiento de nada porque aprendí cosas que no enseñaba mi licenciatura aquí.

Algo muy importante que quiero destacar es la forma tan actualizada en la que me enseñaron comunicación en la universidad. De hecho, una de las cosas que me hizo escoger la UT es que tienen un plan de estudios muy actualizado. Tomé clases donde discutíamos redes sociales, la situación de los influencers, mamás blogueras, memes y el poder que tienen, Amazon y su imperio, el impacto de TikTok durante y post pandemia, entre otros.

Esa fue una gran diferencia para mí, pero era mi parte favorita de las clases, ya que no sólo se trataba de ver teoría de la comunicación, sino que los maestros abrían el diálogo a temas actuales, como las redes sociales y los memes, que es la manera en la que la comunicación se da actualmente.

Otra ventaja fue poder practicar mi inglés. Me veía obligada a hablar inglés 24/7 y a practicarlo de manera coloquial, formal y académica en mis clases y para mis tareas. Yo llegué sintiéndome segura de mi inglés, y regresé sintiéndome experta. Obviamente, el bonus a todo esto fue poder practicar mi alemán, por la cercanía con ese país, y aprender un poco de neerlandés también.

Creo que algo que vale mucho mencionar fue el hecho de vivir en una casa para estudiantes internacionales. De todos mis roomies aprendí algo y la convivencia que había entre nosotros era espectacular. En una casa se reunían todos los días idiomas, culturas, gastronomías, ideologías y tradiciones.

Fue hermosa la manera en la que puedo decir que personas tan diferentes, con contextos muy diversos y pensamientos completamente distintos formamos una familia y un hogar. Me gusta rescatar que, pese a nuestras diferencias, lográbamos encontrar cosas similares que nos unían y que nos hacían pensar que no éramos tan distintos como creíamos.

No puedo llegar a una conclusión sin mencionar lo bello que es hacerte de amigos de diferentes partes del mundo y no frecuentar a tantos mexicanos o gente hispana. Me obligué a expandir mis horizontes en las diferentes culturas que existen, lo que caracteriza a cada una y las formas de pensar de los nativos de diversos países. Además de que hice amistades que sé que van a durar toda la vida. Sigo agradecida porque todos me dejaron ver el mundo a través de sus ojos.

En el ámbito profesional puedo decir que tener esta oportunidad es una de las cosas que más intriga a toda la gente que lo llega a saber o ver en mi CV. Ha sido mencionado en todas las entrevistas a las que he asistido y me ha ayudado a brindar diferentes perspectivas a los grupos de trabajo a los que me he integrado. Sí creo que te abre muchas puertas, precisamente por todas las razones de las que ya hablé.

Para terminar, creo que es importante hablar de que no todo es color de rosa. Claro que están todas las cosas bellas y divertidas que mencioné (y faltan más), pero también pasas por muchos momentos raros, extrañas a tus amigos, a tu familia, a tus mascotas. Extrañas tu cuarto con tus cosas y tu cama que huele a ti. Pasas por múltiples facetas de sentir que no eres de ahí y cuando regresas, que ya tampoco eres 100% de acá.

Pero yo no puedo dejar de recomendar esta experiencia, que no sólo es un sueño y una meta, es también una inversión. Es inversión en ti, porque te nutres. Te nutres como persona, como estudiante y como profesionista. ¿Y saben qué...? Vale toda la pena, o más bien, vale todo el esfuerzo.






Semana de bienvenida en la Universidad de Twente



Primer viaje a Ámsterdam