Gracias a mi tutora de Licenciatura, la profesora Rocío Salceda Sacanelles, conocí la convocatoria de movilidad. En septiembre de 2018, siendo aún estudiante de biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, estaba llevando a cabo mis últimos experimentos cuando recibí la increíble noticia de haber sido seleccionada para realizar una estancia corta en España.
Salir del país y por primera vez vivir sola fue un desafío único, una combinación de temor y emoción que difícilmente volveré a experimentar. Y es que todos conocemos el papel de España en nuestra historia, pero añadirte a su vida rutinaria es algo único. Es tener en cuenta cosas tan básicas como saber que requieres un adaptador porque allá las clavijas y enchufes son diferentes. Es acostumbrarse a que la comida es rica pero te hará añorar la nuestra porque definitivamente no posee el mismo encanto que en México, es saber que aunque compartimos el mismo idioma muchas palabras pueden cambiar su significado, como la palabra servicio que para ellos es sanitario. Es tener en cuenta que como en cualquier lugar, algunas frases o palabras las utilizan de forma tan repetitiva que las terminas adoptando, como el famoso “vale”. E incluso es adoptar otras costumbres como la de saludar a las personas con dos besos, uno en cada mejilla.
Ya instalada en la universidad, comencé a hacer experimentos acerca del estrés oxidativo en diferentes tejidos de peces. A pesar de que mi trabajo era completamente de laboratorio, mis tutores, amablemente me llevaron a diferentes sitios de donde se recolectaban algunas muestras para que conociera ampliamente el contexto y la aplicación que tendría nuestra investigación. Aaí fue como conocí el maravilloso rio tinto, un rio ácido de color rojo debido a la descomposición de minerales tanto de forma natural como debido a la actividad minera. El aprendizaje académico incluyo obtención y procesamiento de muestra, la preparación de todos los reactivos necesarios, medición de especies reactivas al oxígeno, cuantificación de proteínas y utilización de software para presentar los resultados. Lo mejor fue que cada una de las muestras que se procesaron me darían la oportunidad de perfeccionar la espectrofotometría, una de las técnicas que estaba empleando en mis experimentos de tesis en México, lo cual me ayudó mucho a mi regreso ya que pude apresurar la culminación de mi proyecto y obtener mi título de licenciatura.
Tengo que resaltar que el ritmo de trabajo no era demasiado absorbente, por las tardes tenía tiempo para conocer las principales atracciones de Huelva, el muelle, el paseo de la ría, la casa de Colón y el puerto de palos; además cuando podía me escapaba en fines de semana a conocer otros lugares entre los que se incluyen varias provincias del sur de España como Barcelona y su cautivadora obra de Gaudí; así como otros países como Portugal y la fascinante ciudad de París.
El tema de la vivienda fue una locura. Eramos una mezcla de muchísimas nacionalidades, nunca me imaginé poder convivir con un africano, un árabe y un italiano al mismo tiempo. Tulonga, Oday y Matteo y yo (en la foto de izquierda a derecha), tampoco compartíamos la misma preparación académica. Sin embargo, siempre nos tratamos con amabilidad y cordialidad y compartíamos música y alimentos propios de nuestros lugares de origen. A propósito, debo resaltar que aún mantengo contacto en plataformas de redes sociales con ellos, y con frecuencia rememoramos ese encuentro fortuito, expresando el deseo de repetirlo.
Es de esta manera que la UNAM me “obligó” a crecer en todos los sentidos a través de su programa de movilidad, lo cual agradezco infinitamente y por la misma razón incito a todos los compañeros que tengan la posibilidad de utilizar este programa a que lo hagan.